Desde la primera vez que vi a
Francia me llamó la atención, no solo por negra, lideresa, madre joven,
conocedora de los temas y excelente oradora, sino también por sus pintas. Ese
amarillo que luce con propiedad la hace resaltar, los colores de su ropa (asociados
a la herencia africana de su ser) enseguida la destacan.
En la política las mujeres se han
decantado por mostrarse reservadas con su vestimenta, su postura corporal, ropa
que no marque la silueta, faldas debajo de la rodilla, colores neutros, en especial
eso, colores neutros, son los básicos de la política femenina.
Es la intencionalidad de entrar a
esos entornos masculinos sin mucha bulla, siguiendo unos patrones pre establecidos,
y por supuesto, sin levantar ampolla. Una apuesta por ser parte del sistema, y
claro, en medio de eso, se corre el riesgo de ser absorbida, de quedarse como
una estampita de feminidad que reivindica las supuestas inclusiones.
Francia llega para romper
estereotipos, de ella como mujer negra, de ella como madre a los quince años, de
ella quien nos representa a las mujeres que no queremos seguir calladas. Sus
ropajes, sus colores, incluso la postura corporal que asume (el brazo
levantado, el símbolo de la lucha, la pose de alzarse), sus respuestas
contundentes y sin miedo, nos muestran una nueva mujer política.
Por supuesto, eso le va a costar,
ya se ven los ataques clasistas, ya se escuchan las críticas a su cuerpo, a su
rostro, a su cabello rizado (el vilmente llamado “pelo malo” por la sociedad
mestiza), ¡A sus Axilas!
Claro que llegarán los
comentarios mal intencionados y los consejos no pedidos (esos que te dicen que
“por tu bien” seas más femenina, los que se disfrazan de “palabritas de bien” y
al final solo reflejan el miedo que les da que una mujer hable con voz propia),
porque es lo que tiene que soportar cualquier mujer en vida cotidiana, y se va
a acrecentar en ella, que se quiere convertir en vicepresidenta. Eso es
lanzarse a la palestra pública, y es algo que los políticos tradicionales (y la
“gente de bien”) no le van a perdonar.
En estas elecciones yo voté por
Francia en la consulta, y ahora, mi voto sigue siendo por Francia como
vicepresidente. Sus trajes coloridos me han hecho salir de la apatía y abandono
la bancada del MeH! para apoyar a una mujer que me representa.
[1] Si
no lo saben, queridas lectoras y amables lectores, hace algunos años Colombia
tuvo la oportunidad de votar un plebiscito para ratificar
hacer o no
hacer el acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC, por un margen minino ganó
el NO. Para los que apostábamos por la paz y votamos por el sí, fue un golpe
muy duro y a eso se le llama plebitusa